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18/2/11

Cuento de Verano (para leer todo el año)

Érase una vez un país llamado Tontilandia, en donde la defensa nacional no era una cuestión de estado, no era una prioridad, pese a contar con diferentes enemigos,

Estos enemigos eran de tres tipos:

Pequeños grupos insurgentes que actuaban a diario en todo el territorio nacional, produciendo algunas bajas casi siempre entre la población civil y ocasionalmente entre las fuerzas nacionales.

El segundo tipo de enemigos, atacaban sistemáticamente en función de la estación del año, aprovechando periodos de exceso de humedad o de sequedad extrema, destruyendo la riqueza del país y causando bajas entre la población y entre las fuerzas nacionales.

Este enemigo era bastante previsible, en su forma de actuar no existía el factor sorpresa.

El tercer tipo de enemigo era “potencial”, podían pasar cientos de años sin que atacara, pero cuando se decidía a hacerlo su capacidad destructiva era devastadora, el factor sorpresa y el pensar que nunca llegaría, lo hacían especialmente peligroso, el avance de sus tropas hacia temblar la tierra.

A diferencia de los países de su entorno la ley que regulaba la defensa nacional ( ley de PC de 1985 y otras) dispersaba las competencias entre las distintas administraciones, para que cada cual en función de sus intereses particulares y de su capacidad económica, creara el ejercito que más le conviniese, transformando lo que debería de ser una cuestión de estado en un hecho local, a organizar por el cacique de turno en función de su ámbito territorial.

Se actuaba bajo el lema “La defensa somos todos” y ya se sabe, que lo que es de todos, no es de nadie.

Las pequeñas corporaciones locales con menos recursos, crearon pequeños ejércitos de soldados voluntarios muy voluntariosos los cuales, hacían más de lo que podían y a los que el cacique de turno les asignaba misiones arriesgadas más propias de un ejército profesional, que de un grupo de somatenes.

Los ayuntamientos de ciudades más grandes, tradicionalmente contaban con ejércitos profesionales, más o menos dimensionados y equipados para atender su ámbito territorial y en ocasiones repelían las incursiones del enemigo en los municipios cercanos.

Las administraciones provinciales, durante años no contaron con ejército alguno, siendo los de los grandes ayuntamientos los que atendían la defensa provincial, aportando estas, recursos económicos para sufragar en parte el gasto de estas operaciones.

Posteriormente decidió crear su propio ejército, creando una red de bases militares repartidas por todo el territorio provincial, cuartelillos con una guarnición mínima de dos soldados y máxima de dos soldados, o lo que es lo mismo, dos soldados.

Algunos de estos cuartelillos, se instalarían a escasos kilómetros de las bases de otros ejércitos, mientras amplias zonas del territorio quedaban expuestas al enemigo, donde podría avanzar sin encontrar resistencia.

Los territorios autónomos, como el resto de las administraciones, organizaron sus ejércitos cada uno como Dios les dio a entender. En el territorio autónomo del sur de Tontilandia, presidido por Manolo el Cabezón, más conocido como el vitalicio, para dar respuesta a ese enemigo que siempre atacaba en verano aprovechando la sequedad extrema, decidieron optar por una formula imaginativa. Crearían una empresa pública, o una empresa privada con dinero público o algo así, subcontratando el servicio público de la defensa a una Empresa de Gestión Militar y Armada (EGMASA), que a su vez subcontrataba el alquiler de tanques aviones y helicópteros a otras empresas y que al final nos salía todo por una pasta gansa.

Su forma de actuar, básicamente, consistía en dejar avanzar al enemigo hasta que se le acabara la munición y finalmente, agotado, se rindiera. La prioridad era no sufrir bajas entre nuestras filas, pues sus soldados eran trabajadores temporales mal pagados y la sociedad no entendería que se arriesgasen demasiado, muy distinto hubiera sido si estos fueran funcionarios.

Como este país se encontraba integrado en un selecto club de países, para las misiones en el extranjero, las distintas administraciones crearon en su día fuerzas de choque profesionales y de intervención rápida, sin embargo, llegado el momento se enviaba a los voluntarios muy voluntariosos de mi pueblo los cuales disponen de perros especialmente adiestrados para hacer pipi y caca, pero que son muy fotogénicos y son el centro de atención de los medios de comunicación contribuyendo de forma especial a la gran mentira. Los medios de comunicación cumplían su función social de atontolinar a la población, de ahí el nombre del país

También participan en las misiones en el extranjero las ONGs, Legionarios sin Fronteras, Artilleros en Acción y una asociación de amas de casa llamada Las Chicas Son Guerreras. ONGs que son la imagen de Tontilandia en el extranjero, que reciben subvenciones millonarias de las distintas administraciones y que pueden recibir y reciben donaciones de bancos y empresas privadas con la consiguiente desgravación de impuestos.

Mientras tanto la guerra continua en los diferentes frentes, se suceden distintos gobiernos instalados en el “Tontilandia va bien”,” lo políticamente correcto” y “el buen talante”. La gente está contenta, sobre todo si Tontilandia gana el mundial, la copa o la recopa, y la fatalidad, la mala suerte o el castigo divino son las causas de la desgracia.

El gobierno es la única administración que no dispone de un ejército propio, ni falta que le hace, esta todo controlado.

Tras el desastre de Anuar (Guadalajara 2005) el gobierno decide coger el toro por los cuernos. Es necesario crear un nuevo ejército dependiente de la administración central, que dependa directamente del presidente del gobierno, que supere los ámbitos territoriales y competenciales del lío que entre todos hemos formado.

Se decide recurrir al Cuerpo de Nacional de Bomberos, el cual presenta las siguientes ventajas: Es un cuerpo de reconocido prestigio y muy valorado por la sociedad, organizado, sin derechos sindicales ni políticos y desde hace algunos años ha acatado disciplinadamente las ordenes del Gobierno, por muy absurdas que estas puedan parecer.

Como por arte de magia, se crea la Unidad Muy Equipada (UME). De entre las filas del Cuerpo Nacional de Bomberos se reclutan efectivos pana integrar el nuevo ejército, se les cambian sus uniformes de bombero por otros mimetizados, las mangueras por metralletas y los típicos camiones rojos, por tanques y piezas de artillería. Se les adiestra para su nuevo oficio pues hasta ahora su actividad profesional no tenía nada que ver con el arte de la guerra, sin problemas, el que sirve para algo sirve para todo, con dos cojones.

Las reticencias iniciales por el disloque vocacional, quedan resueltas con un aumento de sueldo y con una inversión millonaria en equipos y materiales que tradicionalmente les fueron negados y siguen negando al Cuerpo Nacional de Bomberos.

Que más da, lo importante es SERVIR a Tontilandia, antes como bombero o ahora como soldado.

El presidente del gobierno, arqueando la ceja, respiró tranquilo, por fin tenemos un ejército que nos salve de nuestros enemigos, o por lo menos que nos salve el culo cuando ocurra otro desastre como el de Anuar (Guadalajara 2005)

De repente desperté empapado en sudor, todo esto no podía ser cierto, era una pesadilla, el sueño de una calurosa noche de verano, tras una barbacoa en la playa con mis amigos, Antonio el legionario, Manolo el cabezón, que es sevillano pero vive en Guadalajara desde el verano de 2005, Mohamed, marroquí de la zona del Rif y que es un desastre y Álvaro que acaba de ser destinado a la UME.

Tenemos que repetir esta cena en la playa, junto a la caseta de Protección Civil.

Fdo. Horacio

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